Floridentes

Thursday, December 07, 2006

El hombre de arena

Son las 20: 59. Dentro de un minuto entrará el Hombre de Arena. Sólo tiene que girar unos cuantos grados y entrar. No oigo todavía gritos, los críos de arriba quizá duermen o no están o no están conjurados. No importa, pronto les nacerán de nuevo los ojos, o al menos se llevará los que les estorban. En la calle, los coches se empeñan en hacerme creer que existen. Dentro de un minuto el Hombre de Arena vendrá; debe venir o yo tendré que pensar qué hago con estos cientos de ojos que me sobran. Los ojos no pueden durar más de un minuto. Quizá lo intuyen y por eso ahora se rebelan, se estampan contra las paredes, ruedan, huyen hacia la ventana. Algunos caen y en la caída se secan, veo desde el asfalto las farolas y los coches, les asustan y les empapan, los arroyan, hay demasiada luz. Gritan mucho, van a oírles, gritan que todo es real, que el charco donde han caído es real, prefieren morir empapados a esperar un minuto conmigo. Me dan lástima, pero no tienen razón. ¿Merece la pena que se destrocen? Tienen la posibilidad de dormir largos años todavía. El hombre de arena trae consigo siempre preciosas urnas blancas. Mientras los acuesta los adormece, les cubre con un suavísimo olvido y les canta. Las 21:00. Se cierran. Están a salvo de nosotros.

¿Seré un poeta maldito?

Por si acaso:

http://www.informativos.telecinco.es/exorcista_exorcismo/Jose_Antonio_Fortea/diablo/dn_13893.htm